Las cosas no se veían bien para la nación de Israel. Durante años, los reyes habían estado desobedeciendo a Dios y haciendo lo que quisieron. Muchos adoraban a dioses de madera y piedra, incluso sacrificando humanos en su honor. Entonces el rey Acab llegó al poder y se casó con Jezabel, la hija del rey Ethbaal de la ciudad pagana de Tiro. ¡Eran días oscuros! Al igual que su padre, el rey Acab era un hombre malvado y le importaban poco los súbditos de su reino.