El rey Saúl estaba tan impresionado con David después de matar al gigante Goliat, que ya no lo dejaría ir a casa. Después de todo, un joven que podía tocar la lira tan bien como David, luchar contra leones y osos y matar a un gigante filisteo como Goliat, valía demasiado. De hecho, el Rey hizo a David parte de su guardaespaldas para que lo atendiera donde quiera que fuera.