La gente venía a Jesús todos los días con la esperanza de ser sanada. Vinieron ciegos y sordos. Las personas que eran cojas, paralizadas o poseídas por demonios sabían que Jesús era su única esperanza. Sin embargo, de todas las enfermedades en los días de Jesús, la lepra era la más temida. ¡No había cura para la lepra, y la forma en que desfiguraba a una persona era horrible! Primero, infectó partes del cuerpo, como los dedos de las manos y los pies y la nariz. Entonces la lepra se comería las manos y los pies hasta que la persona quedara paralizada.