Dios bendijo a Jacob! Además de sus doce hijos, se hacía cada día más rico porque a sus rebaños y manadas de animales les iba muy bien. Sin embargo, las cosas no iban bien con Labán, su suegro. Labán sabía que sus rebaños y manadas estaban siendo bendecidos porque Jacob estaba a cargo de ellos. Cuando Jacob pidió irse a casa con su familia en Canaán, Labán intentó que se quedara más tiempo en Harán.