En Jerusalén, durante la época de Jesús, había una piscina de agua llamada Bethesda, que estaba rodeada por cinco pórticos. En esta piscina, muchas personas enfermas, ciegas, cojas y paralizadas yacían esperando el movimiento del agua. La Biblia dice que en ciertas épocas del año el agua en la piscina se arremolinaba y se agitaba, y comúnmente se creía que esto era el resultado del poder sobrenatural. Algunas personas incluso dijeron que era un ángel revolviendo el agua.