Los tiempos no eran tan buenos en Israel. Al igual que Elías, Eliseo había estado trabajando incansablemente para traer a la gente de vuelta a la adoración del único Dios verdadero, pero no fue fácil. La gente no quería renunciar a la adoración de sus dioses favoritos, como Baal y Ashtoreth. La reina Jezabel había hecho popular la adoración de estos dioses en Israel, y A Eliseo le costaba deshacerse de ellos.